Ayer mismo, en el primer día del taller de Psicología que estoy impartiendo sobre Conectar con el Bienestar, surgió una pregunta que me parece fundamental para el camino de cualquier persona hacia una vida más equilibrada y plena:
¿Te atrae más reducir el estrés o aumentar tu bienestar emocional?
A simple vista, estas dos opciones parecen tener el mismo contenido y objetivo: sentirnos mejor.
Sin embargo, la diferencia entre ambas es mucho más profunda de lo que parece a simple vista.
Si te inclinas por reducir el estrés, tu enfoque está dirigido a resolver problemas.
Esto significa que te centras en identificar lo que te molesta, te preocupa o te causa angustia, para luego trabajar en reducir o eliminar esas fuentes de malestar.
Es un enfoque completamente válido y necesario, sobre todo cuando estamos abrumados por dificultades cotidianas o situaciones desafiantes. Sin embargo, esta estrategia puede tener un efecto no deseado: te mantiene en un estado mental donde siempre hay algo que solucionar. Es como vivir apagando fuegos continuamente.
Las personas que viven así tienden a estar constantemente en alerta, buscando nuevos problemas que resolver, lo que genera una dinámica de “reparación continua” que puede ser muy agotadora.
Si lo que te atrae es aumentar tu bienestar emocional, el enfoque cambia completamente.
En lugar de poner tu atención en los problemas, te centras en la solución y el crecimiento personal.
Esto significa que, más allá de manejar el estrés, te enfocas en cultivar tu armonía interior y crear un ambiente interno que te permita vivir con mayor satisfacción y plenitud.
Aquí la atención está en cómo sentirte mejor, y no tanto en evitar lo negativo.
Al enfocarte en mejorar tu bienestar emocional, estás construyendo una vida más resiliente y, a menudo, previniendo problemas antes de que aparezcan.
Durante el taller, destacamos esta diferencia:
Las personas que se centran solo en resolver problemas siguen encontrando problemas, mientras que quienes buscan aumentar su bienestar emocional se enfocan en generar experiencias positivas que llenan su vida de sentido.
Es una elección que, aunque sutil, impacta profundamente en cómo vivimos.
Te dejo pues con esta reflexión:
¿Estás viviendo para apagar fuegos o para encender la chispa de una vida emocionalmente plena?
Al cambiar el foco hacia lo positivo, podemos aprender no solo a gestionar el estrés, sino también a nutrir un bienestar emocional que nos impulse a conectar mejor con nosotros mismos y con los demás.
La clave no es simplemente sobrevivir, sino, sobre todo, florecer.