En la sociedad, existe un concepto bastante arraigado y perjudicial: los achaques de la edad.

Esta idea insinúa que a medida que cumplimos años, inevitablemente nos volvemos más débiles, menos capaces y más propensos a la enfermedad. Sin embargo, nada podría estar más alejado de la realidad.

Los achaques de la edad son un “invento social” que perpetúa una creencia limitante y disfuncional.

La edad cronológica no determina la vitalidad ni la salud de una persona.
La vejez no equivale a enfermedad, ni el paso del tiempo conlleva inevitablemente a la pérdida de facultades físicas o mentales.

Aceptar esta idea es sumamente perjudicial para quien la cree como verdad. Ya que lo que crees, lo creas.

Conlleva a una autoimagen negativa y limita las oportunidades de desarrollo y crecimiento personal a medida que avanzamos en edad. Además, refuerza estereotipos que marginan a las personas conforme van cumpliendo años, negándoles la participación plena en la sociedad y perpetuando la discriminación por edad.

Es importante cuestionar esta creencia, tan limitante y perjudicial.
La edad no debería ser un factor negativo, sino una oportunidad para el aprendizaje continuo, el desarrollo personal y la contribución a la comunidad.

En lugar de enfocarnos en los achaques de la edad, sería más conveniente celebrar la diversidad y la experiencia que cada etapa de la vida ofrece.

En resumen, los achaques de la edad son una construcción social en la que muchas personas creen, pero que no refleja la realidad.