Siempre he defendido la importancia de salir de nuestra zona de confort y de aprovechar cada oportunidad para seguir aprendiendo.
En pocos días, me embarcaré en una de esas experiencias que, aunque emocionante, también me genera un cúmulo de emociones encontradas. He sido seleccionada para participar en una actividad formativa financiada por Erasmus+, y aunque estoy llena de ilusión, también me asaltan dudas que, sin duda, muchos pueden haber sentido en situaciones similares.
Un Training Course es una formación intensiva donde los participantes, que provienen de diferentes países, comparten aprendizajes y desarrollan nuevas habilidades. Aunque no hay límite de edad, lo cierto es que la mayoría de los participantes suelen ser menores de 30 años. Y ahí surge mi inquietud: yo tengo 46.
La sensación de ser “diferente”
Cuando recibí la noticia de que había sido seleccionada, mi primer sentimiento fue de gran entusiasmo. Sin embargo, casi de inmediato apareció esa pequeña voz interior que, en ocasiones, nos susurra dudas y miedos: “¿Encajaré?”, “¿Seré demasiado mayor para esto?”, “¿Qué puedo aportar yo que sea relevante en un grupo más joven?”
Esta voz quizás te sea muy familiar. No solo para mí, sino para muchas personas que en algún momento sienten que no cumplen con las expectativas que creen que los demás tienen sobre ellos.
Pero esa voz también puede ser una aliada si sabemos gestionarla. Porque detrás de esos miedos, hay una oportunidad para redescubrirnos y valorar lo que realmente somos capaces de hacer y de aportar.
La edad como un activo, no una barrera
Tengo que reconocer que siento que este viaje que voy a realizar deberían hacerlo mis hijos, que tienen que tienen 18 y 20 años y parece que están más en lo propio de sus circunstancias.
Pero no son ellos, sino, mamá, la que se va de Erasmus
A menudo, asociamos las oportunidades de aprendizaje con la juventud, como si hubiera una ventana de tiempo limitada para seguir creciendo. Sin embargo, la vida es un proceso de constante evolución, y nuestra capacidad para aprender no desaparece con la edad.
De hecho, la experiencia que acumulamos con los años puede ser una ventaja. Participar en este Training Course a los 46 me recuerda que nunca es tarde para reinventarnos, para abrir nuevas puertas y para conectar con personas de todas las edades.
La edad no tiene por qué ser una barrera, sino una oportunidad para compartir perspectivas enriquecedoras que quizás, no sean tan comunes en participantes más jóvenes.
A veces, la experiencia y la madurez aportan un equilibrio y una profundidad que son invaluables en contextos de aprendizaje colaborativo.
Ilusión y nervios:
Una mezcla natural
Ahora, mientras me preparo para esta aventura, reconozco que los nervios son inevitables. Es normal sentirnos un poco fuera de lugar cuando nos enfrentamos a situaciones nuevas o desconocidas. Sin embargo, estos nervios no son un signo de debilidad; son una señal de que estoy saliendo de mi zona de confort, lo que, en realidad, es el primer paso para el crecimiento.
Elijo pensar que el grupo estará compuesto por personas con diferentes talentos, intereses y trayectorias, y esa diversidad será el verdadero motor del aprendizaje.
Mi expectativa no es solo adquirir conocimientos, sino también conectar, compartir, aprender de los demás y aportar cosas buenas y útiles.
Mi mensaje final:
Atrevámonos a vivir
Si alguna vez te has sentido como yo, preguntándote si una oportunidad es “demasiado” para ti o si ya “se te ha pasado el tren”, quiero animarte a replanteártelo.
Nunca es tarde para aprender algo nuevo, para conectar con personas diferentes o para lanzarte a una experiencia que puede cambiar y mejorar tu vida.
Al final, lo único que puede detenernos es nuestra propia percepción limitada.
Yo estoy a punto de vivir esta maravillosa aventura.
Nerviosa, sí, pero también llena de ilusión.
Y mi esperanza es que, al compartir este viaje, inspire a otros a dar el paso, sin importar la edad, el contexto o las circunstancias.
El aprendizaje es un derecho de todos.
¿Te atreves a seguir creciendo?