Teniendo en cuenta el día tan señalado que es hoy me animo a escribir lo que pienso aún a tenor de que muchas personas discrepen con mis palabras.
He visto varias campañas en diferentes formatos y desde mi punto de vista defender algo por muy noble que sea la causa, atacando y luchando no es la forma real y verdadera de lograr un cambio.
La lucha sólo genera lucha, el odio sólo genera odio.
Si queremos que la violencia de género desaparezca, sinceramente pienso que el enfoque que se está tomando para lograrlo no es el más adecuado, si no más de lo mismo.
William Blake dijo “ Todo lo que existe en tu realidad es una proyección de tu mente consciente e inconsciente “. A estas alturas seguir queriendo cambiar el exterior sin tocar el interior es como intentar parar la película tratando de quitar la pantalla en la que se proyecta. Hay que ir al proyector y éste no está fuera, si no dentro.
Está en el interior de las mentes de muchas mujeres quienes por la historia y toda la cultura transmitida de generación en generación, siguen albergando en lo más profundo de su inconsciente ideas como “ no soy valiosa como persona, no soy digna, si quiero que me amen y me acepten debo obedecer y complacer, si soy yo misma me rechazarán y abandonarán, no me amo porque no lo merezco, no valgo nada… “ . Con este tipo de pensamientos, que son creencias inconscientes, no se puede esperar otra cosa que experimentar en la realidad física esos hechos de maltrato. A fin de cuentas las creencias necesitan ser corroboradas para mantenerse vivas. Sin darnos cuenta y, por supuesto, sin quererlo conscientemente, las mujeres atraemos estas experiencias tan dolorosas a nuestras vidas. Lo bueno de este hecho es que ofrece una información muy valiosa que no puede pasar desapercibida. Nuestra responsabilidad y, por lo tanto, nuestro poder para cambiar la realidad. Siempre desde dentro hacia afuera. Nunca al revés.
Pueden hacerse campañas para animar a que las mujeres denuncien, crearse leyes que amparen la violencia de género y otras muchas cosas pero nada de eso por sí solo va a lograr que las mujeres dejen de vivir el maltrato.
Mientras haya una sola mujer en este mundo que albergue en su interior la creencia de que no merece ser amada con amor y respeto porque no es una persona digna y valiosa, habrá en la realidad un hombre que protagonice el papel de maltratador en el teatro de su vida. Ella se siente víctima y, sin querer, crea a su propio verdugo.
Perseguir a los hombres no es la solución, culparlos tampoco aunque a veces el ser humano llegue a hacer barbaries y tenga que asumir las consecuencias de sus actos.
Cambiemos esas creencias transmitidas de generación en generación, vayamos a los más pequeños, niños y niñas y eduquémoslos con amor y dignidad porque son seres valiosos e iguales nacidos para cooperar entre sí, no para luchar por la hegemonía del uno sobre el otro.
Invirtamos en la intervención pues el problema está y hay que atender las necesidades de las mujeres maltratadas, pero enfoquémonos en la prevención para que las mujeres cambien sus patrones mentales y no repitan las mismas historias de maltrato una y otra vez.
La lucha sigue generando lucha.
Sólo el amor genera amor.
Si queremos ver una sociedad donde reine la igualdad y el respeto entre los hombres y las mujeres, trabajemos por cambiar las mentes de las personas y sembrar nuevas semillas, sólo así veremos los frutos fuera después. Nunca al revés.