A menudo nos encontramos atrapados en un ciclo interminable de preocupación y estrés.

Nos pasamos el día pensando en los problemas, hablando de ellos y tratando de resolverlos, pero el resultado es más de lo mismo al cuadrado.

PORQUE HABLAR DEL PROBLEMA, NO RESUELVE EL PROBLEMA.

Esto sucede porque, como dice el refrán, “no puedes estar en misa y replicando a la vez”. O estás pensando en el problema, o estás pensando en la solución.

En la Terapia Breve Centrada en Soluciones, se nos enseña que aquello a lo que le prestas atención, aumenta.

Este principio es crucial para entender por qué a veces nos sentimos estancados en nuestros problemas y no logramos salir de ahí.
Cuando ponemos toda nuestra energía en lo que está mal, esos problemas se vuelven más grandes y más difíciles de manejar.
Sin embargo, si cambiamos nuestro enfoque hacia las soluciones, comenzamos a ver posibilidades y oportunidades que antes no éramos capaces de imaginar.

Esto no significa ignorar las dificultades o las cosas que están mal. De hecho, reconocer y entender los desafíos es el primer paso para superarlos.
Pero hay una diferencia significativa entre reconocer un problema y enfocarse en él.
La clave está en cambiar nuestra mentalidad de un enfoque problemático a uno orientado a la solución.

Un estudio realizado por la psicóloga Barbara Fredrickson sobre la Teoría de la Ampliación y la Construcción de las Emociones Positivas, sugiere que éstas amplían nuestra atención y nuestro pensamiento.
Esto nos permite ser más creativos y ver un mayor rango de posibilidades para solucionar las dificultades.
Por el contrario, las emociones negativas en exceso tienden a estrechar nuestro enfoque, limitando nuestras opciones y manteniéndonos atrapados en el malestar.

✅ ¿Cómo puedes aplicar el Enfoque Solución en lugar del Enfoque Problema?
Aquí tienes algunas estrategias prácticas:

👉 1. Reformulación Positiva: Cuando te enfrentes a una dificultad, intenta reformularlo como una oportunidad de aprendizaje.
En lugar de preguntarte “¿Por qué me pasa esto?”, pregúntate “¿Qué puedo aprender de esto?” o “¿Cómo puedo crecer a partir de esta experiencia?”.

👉 2. Visualización de Soluciones: Dedica tiempo cada día a imaginar cómo sería la solución de tu problema. Visualiza los pasos necesarios para llegar a esa solución y cómo te sentirás una vez que lo hayas logrado.
Este ejercicio no solo te motivará, sino que también puede ayudarte a identificar acciones concretas que puedes tomar.

👉 3. Agradecimiento Diario: Practicar la gratitud te ayuda a enfocarte en los aspectos positivos de tu vida. Al dedicar unos minutos cada día a reflexionar sobre lo que agradeces, cambias tu enfoque de lo que falta a lo que ya tienes, lo que puede reducir la sensación de estar abrumado por los problemas.

👉 4. Mindfulness y Meditación: Estas prácticas pueden ayudarte a mantener la calma y la claridad mental, permitiéndote afrontar los problemas de manera más efectiva sin dejarte llevar por la ansiedad o el estrés.

✅ Recuerda:
“No puedes estar en misa y replicando a la vez”.
Enfocarse en el problema y esperar encontrar una solución es como intentar llenar un cubo con un agujero en el fondo.

En lugar de eso, cambia tu enfoque a la solución.
Observa el problema, pero dedica tu energía a las soluciones. Así, no solo resolverás los problemas más eficientemente, sino que también mejorarás tu bienestar general y el de los que te rodean.

La Psicología nos enseña que tenemos el poder de elegir en qué nos queremos enfocar.
Escoge centrarte en las soluciones y observa cómo, paso a paso, tu vida comienza a cambiar para mejor.